El abandono de ella y sus zapatos

Topic created · 3 Mensajes · 770 Visitas
  • [alinear-der]O tal vez se equivoca uno al pensar que el amor y la muerte son destinos distintos.[/alinear-der]

    Mientras la joven prometida desplegaba su falda blanca, copa plato de raso, conjunto a los tules que formaban una cola bastante amplia en el pasillo principal de la capilla. Yo intentaba conseguir arroz.
    Tengo por entendido que la mujer no dijo una palabra de cariño a su esposo, tampoco a sus antiguos pretendientes. Yo la conocía, su sonrisa de labios carnosos con formas suaves se abría cada tanto para mostrar sus dientes perlados perfectos y una pequeña risa luego de un comentario desfachatado de cualquier anciana chismosa de estos lares. Su tez blanca le daba la impresión de una mujer fría, pero sus ojos finos y pequeños con iris de tonos marrones le daban la calidez que faltaba. Era perfecta. Su inteligencia se daba a relucir cuando discutía a los caballeros sus actitudes en público, tan correcta y honrada, sus piernas eran algo desconocido para los humanos.
    En las mesas de exterior de la única taberna lindera, se la podía encontrar cada tanto, mirando hacia el cielo, reclinada sobre su silla con sus piernas cruzadas. De ella caían lágrimas de tristeza que refutaba, relacionándolas con el cansancio de sus ojos. Todos creían esa razón, puesto que era una mujer de cabalgar, coser, leer, y pescar, actividades que son no exhaustivas en constancia pero su manía de leer a la anochecer frente a la luz de una vela es realmente mala.

    Volviendo a la capilla: ella llevaba un corsé de color mármol bordado con perlas, puntillas y canutillos en forma de arabescos y flores, que terminaban apuntando al amplio escote que dejaba ver su considerable pecho y destacaba la gargantilla de oro y rubíes. El oro en filigranas formaba ramas sobre la cadena del mismo material y con canutillos de nácar y ámbar se representaban las hojas donde las rosas de rubíes descansaban firmemente.
    La ceremonia pasaba rápida tal como pasaban los caballos en una carrera. El alto y buen mozo prometido, tenía cinco años más que ella. Su traje de bodas no escaseaba tampoco detalles, era lo suficientemente fino como para no tener palabras para describirlo. Pero era, si recuerdo bien, un blanco crema. La corbata que decoraba su cuello era color azul cielo con un dibujo que no pude identificar, ya que no hacía mucho contraste. Su piel de más color delataba unos ojos grises grandes que declaraban a cuatro vientos amor.

    Cuando el novio estaba esperando a su novia en la callejuela para llevarla de la mano a la iglesia, murmuró inconscientemente acerca de su impaciencia. Mientras que contaban que la novia había tenido un ataque de lágrimas gracias a su alergia al maquillaje, pero, se presentó. Con los ojos rojos intentaba admirar el edificio que albergaba el momento, nunca con tanto asombro. La luz de sol que pasaba a través del vitró creaba una imagen hermosa, pero nadie creería que se pondría tan nerviosa, como se puso en ese momento, por alguna razón aquí presente.
    Con asombro presenciamos, en la escena del puede besar a la novia, una novia que no respondía al beso; una novia que parecía una estatua. Su palidez normal era nada comparado con ese momento.
    Luego me informaron desde el banco de atrás, que ella nunca había tenido contacto físico con él. Ella cerró los ojos, y sus lágrimas empezaron a fluir en un ritmo más acelerado que el normal. Levantó levemente su falda dejando ver sus tacos aguja blancos y salió caminando hasta la plaza. Todos en avalancha salimos hacia afuera, tomando coraje para preguntarle qué le había pasado. El abandonado novio había sido dejado atrás, sobre la alfombra roja, pero él avanzaba caminando lenta y firmemente hacia afuera. Todos se abrieron paso para dejar pasar al novio por el portón principal; todos siguieron sus pasos hasta la plaza.
    Cuando pudimos verla vimos la imagen de una mujer que había entrado en paranoia, que temblaba y cuando dio vuelta su cabeza para ver al novio persiguiéndola, aceleró sus pasos. Cuando nos dimos cuenta, ella con sus tacos ya había cruzado la plaza y estaba sobre la calle paralela al río.
    Se dio vuelta completamente y nos dio la cara, luego apuntó su mirada a la capilla. Mirándonos a todos, se dio vuelta, se subió a la barandilla y exclamó en voz afinada e impostada, bien fuerte:

    • No hay peor infierno que compartir el matrimonio con la persona que no se ama, pero es aún peor, ni siquiera ser capaz de aceptar otro amor como compensación - Las últimas palabras fueron ahogadas por los sollozos que emitía, mientras se quitaba la gargantilla y la arrojaba a la calle, donde estábamos. El collar cayó al suelo y el prometido se lamentaba, el impacto lo dejó incapaz de poder agacharse para recoger la cadena.

    Ella se arrojó al río y por reacción, el prometido también. Las aguas profundas del cause estaban absorbiendo al cuerpo de la joven por la presión que ejerció, hasta que por la fuerza del agua, volviera a la superficie. Antes de que esto sucediese, el abandonado esposo agarró su cuerpo y nadando dificultosamente, arrastró a los vestigios de la mujer perfecta hacia la otra orilla. Los dos estaban en la orilla contraria cuando todas las personas que pudieron se asomaron a la barandilla. Mientras él intentaba sacar el agua de los pulmones de su amada, los demás gritaban palabras de aliento.
    Ella volvió a respirar, pero nunca recuperó la consciencia. Su alma quedó en el río, y sus zapatos también.

    _____________________________________________________________

    Mañana lo edito si hace falta, ahora me iré a dormir que mañana tengo unas cuantas horitas de colegio. xD
    Preferí publicarlo ahora ya que no me es fácil tomar algo de inspiración últimamente.

  • *-*

    Es muy bonitoo, es bastant epoético uanque hay alguna comparación un poco ruda que interrumpe un poc la lectura, pero eng eneral me ha gustado mucho, habra continuación?? :charm:

  • muy bonito :in-love: :in-love: :in-love: :in-love: