Bueno, me mandaron un trabajo de un libro de lengua, que era alargar la historia 3 o 4 páginas, y para ver que opina la gente os lo dejo aquí:
PD: El libro del trabajo se llama: La Llamada de lo Salvaje por Jack London.
He aquí mi extensión ( No lo he extendido a a partir del final, lo hice a partir del capítulo 3 creo :S):
Después de haber sido separado de sus dueños Perroult y François, habían puesto a él y a sus camaradas en una triste y desolada habitación, solo era vista una pequeña y tenue luz cuando un hombre entraba cogía un perro y salía. A Buck le era muy familiar esta escena, ya había vivido eso cuando acababa de ser capturado, pero ahora ya no era un perro confundido y con una rabia incontrolable, era el jefe de su grupo y era mucho más inteligente de lo que había sido nunca.
Se volvió a abrir la puerta y un hombre de unos cuarenta años se dejó revelar por la débil luz durante unos instantes, cogió a Sol-Leks y se lo llevó con el, Buck y sus compañeros no volvieron a saber nada de él. El pobre perro ladraba amenazador su supuesto contrincante saltaba, se revolvía, pero la fuerte y robusta jaula no se movió ni un solo palmo, Sol-Leks desesperanzado se resignó a tumbarse con su ojo abierto diciendo de alguna forma a sus compañeros de fatiga adiós.
El siguiente fue Dave, otro perro al igual que Sol-Leks tranquilo y muy conformista. Viendo lo que había pasado con su antiguo compañero simplemente se dio media vuelta e ignoró a todos su amigos, humillándose al dejarse llevar de una manera tan fácil.
Poco a poco fueron desapareciendo todos los perros, hasta que solo quedó Buck, lógicamente también habían querido llevárselo pero se movió de tal forma y con tal ímpetu que ni el hombre más valiente se hubiera atrevido a coger su jaula.
Pero al fin y como todo en esta vida entró un hombre muy robusto en la pequeña habitación cogió la jaula de Buck y con una gran fuerza la levantó con una sola mano, el perro empezó a moverse como alma que lleva el diablo pero ni se inmutó, volvió a repetir su táctica incluso aulló, pero siguió caminando hacia la puerta, después de varios intentos Buck como perro inteligente que se consideraba se tumbó e hizo al igual que todos sus otros camaradas, tumbarse y resignarse a donde le llevaran.
El hombre le puso encima de un mostrador donde podía observar todo, debajo suyo consigió ver por unos segundos una niñas de edad entre 9 o 10 años que dada su menudez no podía llegar a el mostrador y tenía que resignarse a jugar a esconderse por debajo.
-Aquí tiene su perro señora- dijo el hombre robusto.
-¿Seguro que es agresivo?-respondió la señora.
-Agresivo es poco, este perro es un diablo-añadió el hombre con una gran confianza en sí mismo.
-Bueno si usted lo dice será verdad.
Buck fue elevado de nuevo, pero esta vez por alguien menos robusto y alto, miró arriba y vio que la señora le estaba llevando consigo, Buck se sobresaltó era su oportunidad para poder escapar, se levantó pero cuando quiso ponerse en pie una enorme fuerza le volvió a sentar, estaba demasiado cansado después de haber luchado por no moverse de la habitación y ahora no le quedaban fuerzas ni si quiera para levantarse, empezó a cerrar los ojos y poco a poco cada parte de su cuerpo iba desconectando del mismo hasta que solo sintió la brisa del aire que entraba en la jaula en su cara.
A la mañana siguiente Buck se despertó, en ese momento empezó a escarbar en la nieve para salir de su hoyo, pero en lo que escarbaba no era la nieve, en ese momento se sobresaltó abrió los ojos y como un haz de luz todo lo que había pasado en los últimos días llegó a su cabeza, la habitación, la jaula, el hombre, sus compañeros. Estaba en una pequeña casita rodeado por mantas, la temperatura era mucho más alta que en las frías nieves y no parecía que iba a bajar más, Buck se giró a su izquierda y vio a la niña pequeña que vio en el mostrador, la niña estaba reposando su cabeza encima del perro, en ese momento Buck se le vino a la cabeza atacarla, pero vio que sus intenciones no eran malas y se limitó a separarse y a dejar que continuara su siesta matinal sobre el cómodo sofá.
Al cabo de un rato alguien entró por una puerta de caoba, era la señora que le había traído durante el trayecto y al parecer ahora le miraba con una cara de repugnancia, le cogió del pescuezo y le abrió una puerta corrediza y levantó su mano señalando el exterior, no le hizo falta mucho tiempo para adivinarlo, Buck salió corriendo al jardín y comenzó a revolcarse en la verde hierba y corrió por todo el recinto hasta más no poder. A parte de divertirse Buck buscaba una salida por aquel extraño pero salvaje lugar, pero no encontraba nada, siguió y siguió buscando hasta que sus fuerzas le fallaron. Al final del día cuando el sol se empezaba a poner Buck estaba derrotado no podía ni moverse entonces apareció una sombra, que cada vez se hacía más visible hasta que se fue dibujando convirtiéndose en una persona, no era ni la señora ni la niña pequeña, era un hombre también robusto pero no tanto como el anterior. El hombre recogió algo del suelo, sonaba como el tintineo de las monedas al caer en la mano del otro, pero estaba vez no lo era, una fuerza terrible le cayó sobre el cuello, Buck en ese momento se sobresaltó y salió corriendo un duro y fuerte impacto le devolvió a su posición original, el perro miró hacia su espalda y lo que encontró fue dos culebras plateadas enroscadas entre sí, empezó a correo despavorido, pero las culebras plateadas le perseguían, el hombre en vez de ayudarle se reía a carcajadas de su actuación, Buck salió corriendo hacia él pero un enorme impacto volvió a sacudirle impidiéndole que fuera donde aquel horrendo humano. Volvió hacia atrás y empezó a examinar aquél extraño instrumento, tenía cierta similitud con las correas que eran atadas a él en su trino, aunque eran más gruesas y de un color diferente. Al final Buck terminó asumiendo que era otro invento complicado de los humanos al igual que las correas, pero que tenía la misma función, mantener atado a un perro.
A la mañana siguiente el enorme perro de 115 libras se había despertado y en cuanto abrió los ojos conoció su propósito en esa casa, tres inquilinos de color negro estaban escalando silenciosamente una tapida que conectaba con la casa de sus amos, pero Buck no podía hacer nada o al menos eso pensaba él ya que tenía dos serpientes plateadas en el collar para que su movimiento fuera mínimo, pero Buck de raza desconfiada miró atrás para revisar y volver a examinar ese artefacto, se encontró con la sorpresa de que ya no estaban, podía volver a correr libre. Sin pensarlo dos veces Buck salió corriendo hacia los apetitosos inquilinos que al verle comenzaron a sentir el terror en su sangre, Buck lo percibía y le gustaba esa sensación de que la gente le temiera, aprovechando su gran corpulencia, lanzó un ladrido ensordecedor y los tres humanos de ropas negras, si pensárselo dos veces saltaron la tapia como habían venido y nunca más se supo de ellos.
A parte de ser el espanta inquilinos profesional de la familia, Buck también espantaba gatos, otros perros y cualquier ser viviente que pisara su territorio, a cambio de un buen tazón de comida. Pronto pudo salir a la calle y recorrer las manzanas y manzanas plagadas de perros, que siempre se apartaban a su camino dado que él había impartido su ley, la del garrote y el colmillo, también conoció a una huskie con la que compartió buenos momentos, pero eso sucedería mucho más tarde, mientras tanto Buck era el rey de aquel acogedor pero extraño lugar y nadie se lo arrebataría ¿o si?