Como un camino invisible en el abismo que se abre ante ti, separando dos existencias antaño unidas, sin mostrarte donde pisar, sin mostrarte cómo caminar su infinito precipicio para llegar hasta ella. Ingenuo de ti piensas que teniendo ilusión y fe en que todo irá bien, das un paso, un paso que se prolonga semanas, meses... hasta que acabas plantando el pie sobre esa superficie irregular, invisible. Es entonces cuando te das cuenta de que de tanto esperar se ha deteriorado, quizás era ya demasiado tarde... y tarde también es para echar marcha atrás: caes irremediablemente. Lo único que te consuela es saber que has tenido la ocasión de disfrutar de su tierna mirada aunque fuera en esa fría distancia. La caída fue lenta, disfruté de los pocos recuerdos que tenía de su roce en mi vida, hasta que al final, olvidé hasta aquellas manos de inigualable precio...
Aunque siempre está la eterna duda... ¿y si la superficie se resquebrajó por no darle tiempo suficiente a madurar...? Aunque siendo francos y objetivos, ¿qué tiempo es necesario dar a un sentimiento como es el cariño o el amor para florecer?... Y más cuando ese sentimiento ya intentó florecer en mi corazón, y también tuve oportunidad de disfrutarlo recíprocamente... pero cómo no, fue el miedo, el pavor, lo que hizo desdeñar tan perfecta situación.