- Está bien, al parecer la mayoría estamos de acuerdo en que necesitamos al menos un respiro. - dijo rápidamente el guía - Podemos discutir más tiempo aquí, pero os juro que este tipo de tormentas no son de las que esperan para caer furiosamente. Vamos, a la cueva rápido.
Sin perder tiempo, todos se dirigieron corriendo a su improvisada guarida. Biped lo hacía con desgano, mirando hacia el bosque y preguntándose el por qué una simple tormenta les aterraba, cuando lo verdaderamente escalofriante aún no se presentaba ante ellos. Desde adentro, el panorama que se mostraba ante sus ojos era verdaderamente increíble. Parecía que la misma naturaleza estaba en su contra.
- Mañana conseguiremos comida y partiremos rumbo al portal. Por ahora no podemos hacer nada más. Buenas noches.
Minutos después, todos reposaban incómodamente en medio de rocas y ante un oscuro pasadizo nada tranqulizador. Uno a uno fueron quedándose dormidos. Sin embargo, acosados por sus instintos, decidieron echar un vistazo a la cueva. Lentamente caminaron algunos metros, hasta llegar a una bifurcación. Los dos caminos parecían tranquilos, por lo que decidieron regresar y dormir de una vez por todas. Ya allí, el sueño se apoderó de todos. Todos menos de un troll hambriento e impaciente. Necesitaba cazar, pues su estómago le exigía algo, por muy pequeño que fuera. Sin fuerzas para aguantar más, el troll salió a cazar, acompañado únicamente de su lobo, esperando regresar poco tiempo después.
Y así, en medio de la noche, el guía abrió los ojos y se levantó cuidadosamente. Observó a duras penas a los aventureros y abandonó la cueva bajo su capucha y una tormenta que no parecía tener fin. Agathor, sintiendo algo extraño, abrió los ojos. Vió al guía fuera de la cueva y preguntó:
Inmediatamente la entrada de la cueva comenzó a desplomarse, cayendo rocas a diestra y siniestra tanto dentro como fuera de la gruta. Agathor y Callum lograron esquivar rápidamente las piedras, mientras que Biped resultó con algunas pequeñas heridas. Nada de lo que alarmarse. Preocupados todos, llamaron a gritos al guía, preguntando por su estado e intentando apartar las rocas de la entrada para poder salir de aquella prisión.
- Tranquilos, yo estoy bien. - dijo el guía - Los que no están bien son vosotros. Cuatro héroes, lástima que duraron tan poco tiempo...pensé que todo sería más difícil, a decir verdad. En serio se creyeron lo del clima? - de un momento a otro el sonido de la tormenta cesó totalmente - Buen viaje, imbéciles.
Dentro de la cueva, los 3 guerreros no salían de su asombro por la reciente traición. Además, no había señales del troll ni de su mascota, por lo que posiblemente también podría ser parte del engaño.
Afuera, el troll se encontraba muy extrañado. De un momento a otro la lluvia había dejado de caer, y la noche ahora parecía demasiado tranquila. De regreso a la cueva, vió al guía adentrándose en el bosque. Confuso, miró hacia lo que antes había sido la entrada a la caverna. El guía poco a poco se confundía cada vez más con la abundante vegetación. Si iba a seguirlo, tendría que apresurarse. Sin embargo sus compañeros parecían necesitar ayuda.